Empatía
Lina Toro
La empatía es la capacidad para ponerse en el lugar
del otro y saber lo que siente o incluso lo que puede estar pensando.
Las personas con una mayor capacidad de empatía son
las que mejor saben "leer" a los demás. Son capaces de captar una
gran cantidad de información sobre la otra persona a partir de su lenguaje no
verbal, sus palabras, el tono de su voz, su postura, su expresión facial, etc.
Y en base a esa información, pueden saber lo que está pasando dentro de ellas,
lo que están sintiendo.
La convivencia humana en comunidad nos permite
desarrollar diferentes emociones y estados de ánimo, así como también
comportamientos que nos involucran a todos y que hacen que actuemos de
diferente manera ante determinadas situaciones. Una de esas actitudes es la
empatía, tal vez instintiva pero que el mundo en el que vivimos hoy con su
ajetreado ritmo más nos tapa.
Como el ser humano, está acostumbrado por
naturaleza a convivir con otros pares, la vida en conjunto es parte de la
esencia que nos define y por lo tanto es muy difícil o casi imposible vivir
absolutamente aislados y alejados de toda civilización.
En esta convivencia surgen diferentes
comportamientos que son también inherentes a la cualidad humana y que pueden
ser desde los más sensatos y solidarios o egoístas y malvados. Entre ellos
encontramos a la empatía, aquella cualidad que hace que una persona sienta o se
emocione ante el sufrimiento del otro. Entendida como una forma tal vez
abstracta de solidaridad, la empatía es lo que nos permite sentir que otra
persona no está bien y por lo tanto, al sentir ese sufrimiento en nuestro
cuerpo y alma, actuar para ayudar a esa persona a que salga adelante o al menos
consolarla.
Para poder comprender mejor por qué se da la
empatía en una persona es interesante señalar que la misma tiene que ver con la
habilidad de desarrollar a su vez ciertos niveles de inteligencia emocional,
aquello que nos hace ser sensibles y permeables al sufrimiento tanto propio
como ajeno.
Mientras hay personas que son educadas y criadas sin
el más mínimo interés por desarrollar inteligencias emocionales pero sí tal vez
cognitivas, también hay personas que debido al modo en el que han sido criadas
o incluso por experiencias vividas, poseen una alta sensibilidad hacia lo que
les pasa a los demás y por lo tanto dan muestras de una mayor empatía ante situaciones
de dolor o sufrimiento.
Todos sabemos que las sociedades en las que
vivimos nos llevan a ser seres bastante individualistas, más preocupados por el
bien propio que por el bien comunitario.
Sin embargo, es importante que la empatía se vuelva
una actitud común y normal entre nosotros porque de eso dependerá el bienestar
de una comunidad. Esto se debe a que ser solidarios, escuchar al otro,
acompañarlo en su sufrimiento o ayudarlo es aquello que nos hace humanos y nos
enriquece como seres humanos.
No se trata de no decir o de decir las cosas, se
trata de cómo decimos las cosas. La empatía es la capacidad de ponernos en el
lugar de la otra persona, llegando incluso a sentirnos cómo se siente la otra
persona o incluso a saber qué está pensando. Las personas necesitamos sentirnos
comprendidas, y no me refiero solo a que nos digan “te comprendo” sino a ver y
sentir que la otra persona sabe perfectamente cómo nos encontramos en ese
momento.
¿Cómo podemos ser más empáticos?
La empatía no es un proceso consciente, es una
capacidad, y como tal, es inconsciente. Pero podemos partir de lo consciente
para ir mejorándola, centrándonos en los demás mientras hablamos con ellos,
ponernos en su lugar, ver los mensajes que nos quiere transmitir. Es cierta una
cosa, la empatía suele sentirse sobre todo por personas muy cercanas a
nosotros, pero también podría darse con personas que acabamos de ver por
primera vez, o un ejemplo claro de empatía es cuando vemos una película y nos
metemos tanto en el papel de uno de los actores que acabamos sufriendo y
alegrándonos de todo aquello que le va sucediendo.
¿Cuál es el problema de las personas poco empáticas?
Muchas veces debido
al cansancio, a nuestros propios problemas, dejamos de “prestar atención” a
nuestro entorno, a lo que le ocurre a
los demás y tanto si vienen a darnos una buena como una mala noticia nosotros
no nos mostramos “receptivos” ante lo que nos ha contado la otra persona, por
lo que evidentemente a esa persona le molestará y quizás para la próxima no
acuda a nosotros. No nos olvidemos que nos acercamos a las personas buscando
atención y comprensión, y ser tratados
con delicadeza y respeto, pero muchas veces no damos lo mismo que esperamos
recibir y eso tampoco puede ser así.
¿Cuáles son las ventajas de ser empático?
Ser empático con la gente nos trae múltiples
beneficios: facilita la relación con la gente ya que hacemos que se sientan
comprendidos y eso establece un clima de confianza, ayudamos a la otra persona
a desahogarse, a consolarse, a confiar en nosotros, desarrollaremos una
habilidad muy importante para el trato con los demás y esencial para establecer
relaciones sanas, cuando toca comunicar malas noticias facilitamos a esa
persona que pueda asimilarlas de la forma más eficaz, positiva y sana y
probablemente, si hemos sabido mostrarnos empáticos, esa persona guardará un
muy buen recuerdo de nosotros. Y recordemos que ser empáticos no significa no
tener personalidad, podemos no estar de acuerdo con esa persona y seguir
manteniendo nuestros propios ideales pero eso no interfiere en que podamos
ponernos en su lugar y saber cómo se siente.
La empatía es también considerada como una de las
habilidades interpersonales más relevantes para conseguir relaciones sociales
satisfactorias, porque facilita la complementariedad en los intercambios que se
realicen.
Cuando hay un déficit marcado de esta capacidad
estamos frente a trastornos de la empatía, que son cuadros clínicos (Síndrome
de Asperger, trastornos de personalidad,…), que requieren de un tratamiento
específico.
Sin que llegue a ser un trastorno, vemos en la vida
diaria múltiples situaciones en las que una falta de empatía entorpece la
comunicación y las relaciones, pero estas son tan frecuentes que casi nos hemos
acostumbrado a ellas. Veamos algunos ejemplos:
Todos hemos tenido alguna vez la experiencia de
una conversación, con personas que al no saber escuchar tienen un discurso
invasivo que va en una sola dirección sin permitir intercambio alguno, o con
personas que persisten en un tema (generalmente negativo: “todo va mal”,….) que
incomoda a los demás y que termina por alejar a esa persona de su entorno
social.
Muchas entrevistas que pasan en los medios de
comunicación (radio y TV), en las que el entrevistador no deja hablar al
entrevistado y le pone pregunta tras pregunta, sin darle espacio para que pueda
contestar completamente alguna (allí vemos que el entrevistador sigue su guión
predeterminado, sin interesarse a la frustración
que está provocando en la persona que es entrevistada y en las personas que
siguen la entrevista).
Igual situación vemos en las reuniones sociales o de
trabajo en las que frecuentemente hay alguien que no sabe escuchar e interrumpe continuamente al que está
hablando, pronunciando una frase con voz más alta para cubrir al que está
hablando, lo que puede ser vivido con malestar tanto por el que es interrumpido
como por los demás miembros del grupo que no llegan a tener una idea completa
de lo que se está abordando.
Empalizar, con su entorno familiar (pareja,
hijos,…), social (amigos, colegas,…) permite tener relaciones más fluidas y
armoniosas. No es que se tenga que estar adivinando lo que piensan los demás a
cada momento, sino que es una actitud en la que podamos hacer un ejercicio de
imaginarnos lo que sentiríamos nosotros si estuviéramos en la situación de la
otra persona en un momento dado; eso nos permite calibrar mejor nuestras
palabras y gestos hacia esa persona respetando nuestro punto de vista y también
el del otro. Hay una frase muy antigua “no hagas con otro lo que no quieres que
hagan contigo” que permite entender mejor la función de la empatía en las
relaciones.
Finalmente, empanizar no quiere decir que se tenga
que estar siempre de acuerdo, se puede estar en desacuerdo pero respetando que
el otro piense diferente. La práctica de la empatía nos permitirá saber
gestionar mejor nuestras intervenciones en un entorno social de cualquier tipo.
Tener empatía nos convierte en personas más ricas
emocionalmente.
“Mira con los ojos
de otro, escucha con los ojos de otro y siente con el corazón de otro.”
Alfred Adler.
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