INTELIGENCIA
EMOCIONAL
Lina Toro
El concepto de inteligencia emocional fue popularizado por el psicólogo
estadounidense Daniel Coleman y hace referencia a la capacidad para reconocer
los sentimientos propios y ajenos. La persona, por lo tanto, es inteligente
(hábil) para el manejo de los sentimientos.
La inteligencia emocional implica cinco capacidades básicas: descubrir
las emociones y sentimientos propios, reconocerlos, manejarlos, crear una
motivación propia y gestionar las relaciones personales.
La Inteligencia Emocional podría definirse como la capacidad que tiene
una persona de manejar, entender, seleccionar y trabajar sus emociones y las de
los demás con eficiencia y generando resultados positivos.
Es decir, es la habilidad para gestionar bien las emociones. Tanto las
nuestras como las de los demás.
Una persona que se enfada con facilidad, que se pone triste con
frecuencia o que no es capaz de controlar sus impulsos... es alguien con mala
inteligencia emocional. Por el contrario, una persona que se conoce bien a sí
mismo, que es capaz de pensar antes de actuar, que entiende sus impulsos, que
los expresa con educación siendo sincero pero, a la vez, consiguiendo no
afectar negativamente a la gente que le rodea...o que es capaz de sentir las
cosas de una forma sana...sería una persona con muy buena inteligencia
emocional.
Así mismo, la Inteligencia Emocional nos debe servir para entender las
emociones de los demás y saber cómo tratar a la gente que nos rodea de forma
que: Estén a gusto a nuestro lado, y no provoquemos emociones desagradables en
ellos como ira, tristeza, frustración, etc.
Alguien con una buena inteligencia emocional debería ser capaz de
aplicar las siguientes cosas:
Pensar antes de actuar... y no ir a la deriva y a lo "loco"
antes de hacer las cosas. Esto no quiere decir que no se viva el momento o que
no se disfrute. Esto quiere decir que las emociones y la razón vayan de la
mano. Hay que disfrutar, pero también hay que ser capaz de utilizar la
inteligencia y analizar las emociones, especialmente cuando hablamos de ira,
tristeza o frustración.
Ser empático para poder entender, respetar y manejar las emociones de
los demás, haciendo que la gente que nos rodee esté a gusto.
Saber elegir bien las emociones en cada momento, para que nuestro
comportamiento sea óptimo. Si, ante una crítica, nos ofendemos y nos enfadamos,
estamos eligiendo muy mal las emociones. Si, por el contrario, nos paramos a
pensar, analizamos el comportamiento de la otra persona, escuchamos, entendemos
su punto de vista, leemos entre líneas y nos damos cuenta de que, el problema
ha sido que en nuestro argumento anterior le hemos ofendido nosotros a él/ella,
entonces será mucho mejor pedir disculpas y sugerir que la próxima vez nos diga
las cosas de otra forma. No es cuestión de ceder, es cuestión de manejar la
situación eficientemente. Es decir, causando el mínimo daño. Y el enfado,
normalmente es la emoción que más daño genera.
Manejar, conocer y controlar bien las emociones negativas, especialmente
en lo que respecta a: ira, tristeza, frustración y ansiedad/estrés.
Vivir una vida con alto grado de motivación y optimismo, creciéndonos
ante la adversidad, en vez de viniéndonos abajo.
Ser feliz. La inteligencia emocional, al final debe perseguir la paz
interior y la felicidad. Porque lo único que determina nuestra felicidad son
las emociones. Si nuestras emociones están geniales, nuestra vida irá genial.
Si nuestras emociones van fatal, nuestra percepción de la vida será depresiva,
y de fracaso.
Una buena Inteligencia Emocional es IMPRESCINDIBLE para poder ser útil y
atractivo para una mujer u hombre. La reactividad no deja de ser un resultado
de una pésima inteligencia emocional y ya sabemos que eso es algo nefasto para
nuestro Juego Interno y Externo.
Los seres humanos necesitamos ser
muy inteligentes emocionalmente y saber adaptarnos a cada situación, problema y
adversidad en la vida, con entereza, optimismo y eficiencia.
5 ejercicios para
mejorar nuestra Inteligencia Emocional
Inteligencia emocional es, sin lugar a dudas, esa dimensión de nuestra
vida que todos deberíamos desarrollar y gestionar adecuadamente. Saber
escuchar, comprender las emociones ajenas y controlar las propias, saber
comunicarnos y fomentar un respeto mutuo donde todos salgamos ganando, es algo
esencial.
Es un tipo de inteligencia que debería incluirse en el currículum de las
escuelas, para desarrollar en los niños desde edades muy tempranas esas
habilidades básicas. La inteligencia emocional es un modo de auto-conocimiento,
de auto-control y también de expresividad, de conocer los límites de uno mismo
y a la vez, marcarlos ante los demás. Evitando posibles manipulaciones.
Como ya sabemos, no es más
inteligente aquel que dispone de un C.I (coeficiente intelectual) más elevado,
o el que dispone de un mejor trabajo y se dedica a acumular “cosas”. La
verdadera inteligencia es aquella que está asociada con una auténtica
felicidad, esa que nos hace estar orgullosos de lo que somos y lo que tenemos.
Sea mucho o poco. Así que ¿por qué no poner en práctica estos sencillos
ejercicios para mejorar nuestra inteligencia emocional?
1. Conocerse a uno mismo
El conocerse a uno mismo es una aventura que dura toda la vida. Pero que
se consigue a su vez, día a día, marcándonos propósitos y haciéndonos
preguntas. Este, es un ejercicio de introspección que marcarnos cada mañana.
Preguntándonos qué deseamos para el día de hoy y qué para el día de mañana.
Cuando llegue la noche, analicemos cómo nos hemos sentido a lo largo del
día. ¿Hemos actuado cómo deseábamos? ¿Nos
hemos expresado, defendido de acuerdo a nuestros propios valores? Podemos
servirnos de un papel, o nuestra libreta de pensamientos. Es un ejercicio bien
sencillo pero a la vez ilustrativo. Plantearnos preguntas, indaga en nosotros mismos.
2. Regulación emocional
Pensemos en nuestras emociones
como en una balanza, no vale la pena llegar a los extremos, y menos caer en el
drama, porque a largo plazo, siempre acabamos perdiendo. No nos dejemos manipular, ni acudamos a respuestas cargadas
de ira o rabia. Lo ideal es ese término medio. Nunca rocemos los límites de
nuestras emociones.
Cuando notemos que estamos a punto de “caer” o de “explotar”
visualicemos una pequeña habitación tranquila y aireada. Es nuestro palacio de
pensamientos. Antes de actuar, pensemos, razonemos y analicemos la situación.
Solo después de haber conseguido esa auto-regulación, tomemos una decisión.
Pero primero, pensemos antes de actuar en esa habitación privada que tanta
calma nos aporta.
Nadie más tiene control sobre nuestra vida más que nosotros, no lo
olvidemos nunca. Así que no permitamos que nos lleven a terrenos ajenos donde
perdamos la calma o nuestra identidad. Trabajemos el equilibrio interior.
3. Empatía
La empatía es un concepto que todos conocemos y que valoramos. Pero sin
embargo no lo ponemos en práctica tanto como deberíamos. Nos es más fácil
ponernos en el lugar de esas personas que más sentimientos positivos nos
trasmiten. Nos identificamos mejor con ellas y el nivel de comprensión y
acercamiento es más intenso.
Pero ¿y si un día intentamos empatizar con quien más nos incomoda? Pensemos
en ese jefe que por ejemplo, tan poco nos respeta, o en esa compañera o
compañero que siempre habla mal de los demás y que sólo busca problemas.
Intentemos “ponernos en sus zapatos” y tal vez descubramos qué hay detrás de
ellos: inseguridad, baja autoestima… puede ser un buen aprendizaje.
4. Automotivación
Puede que hoy no nos apetezca, que no tengamos ganas. Pero a partir de
este momento haremos un sencillo ejercicio: vamos a mirar el lado bueno de las
cosas, dejando relegado lo negativo. Levantémonos cada día pensando en algo que
nos ilusione y que deseemos conseguir.
La vida sin ilusión no es vida. Busquemos una motivación cotidiana.
A veces cualquier insignificancia nos es útil: acabar el día en esa
cafetería a la que aún no hemos entrado. Hacer una llamada a esa persona que
hace tanto que no vemos, comprarnos un
vestido nuevo, planear una escapada de fin de semana, iniciar un curso de yoga
o pintura. Sonreír un poco más…
5. Habilidades sociales
Vamos a intentar comunicarnos un poco mejor. Y no solo mediante las
palabras, también con los gestos. Acerquémonos más a las personas que tenemos
al rededor, dibujemos una sonrisa, ofrezcamos una caricia, una palmada en la espalda o un
abrazo. Veremos que la reacción de quienes nos rodean, es diferente.
Busquemos y ofrezcamos emociones positivas,
intentemos escuchar un poco mejor a quien tenemos delante y escudriñemos en su mirada.
Tal vez descubramos muchas más cosas que con las simples palabras. Pongamos en
práctica, desarrollemos nuestra Inteligencia Emocional y seamos más felices, haciendo
también felices a los demás.
“Aunque nadie puede
volver atrás y hacer un nuevo comienzo… Cualquiera puede empezar de nuevo y
hacer un nuevo final”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Bienvenido a nuestro blog, para nosotros es un gusto que comente nuestro material