Por Maria Claudia Gómez Londoño
Cuando me invitaron a dictar
una charla sobre El arte de no amargarse la vida, debo confesar, que se me
pasaron miles de imágenes por mi cabeza, y las primeras de ellas fueron el
recordar aquellas personas que nos roban energía, y ¿me pregunte?
¿Transformarse es posible? Y
lo primero que llegó a mi cabeza fueron nuestros principales oponentes, aquellos
que nos hacen perder la facultad para vivir plenamente como son la depresión,
la ansiedad y la obsesión
Pero también soy una
convencida de que ¡Se puede aprender!, y recordé algo que me decía mi padre La
vida es para disfrutar, amar, aprender, descubrir…, y eso sólo lo podremos
hacer cuando hayamos superado los miedos
Si miramos a nuestro alrededor
encontramos mucha gente que es escéptica respecto a la posibilidad de poder
transformarse en personas fuertes y emocionalmente estables. Incluso yo misma
no creía que uno podía cambiar, y amigos les cuento yo soy testimonio de
cambio, por eso estoy segura que podemos forjar una vida libre de miedos, abierta
a la aventura, plena de realizaciones. Cuando hayamos transformado nuestra
mente, seremos más capaces de gozar de las cosas pequeñas y grandes de la vida,
podremos amar —y dejar que nos amen— con mayor intensidad y tendremos grandes
dosis de serenidad interior.
1. Cambiar es posible. Nos costará un
esfuerzo continuo, pero se puede lograr.
2. Transformarse en alguien positivo es
esencial para disfrutar de la vida. La fuerza emocional es el principal
pasaporte para ir por el mundo
Pero cuál es el secreto
Piensa bien y te sentirás
mejor, y la realidad es como decía el filósofo Epicteto «No nos afecta lo que
nos sucede sino lo que nos decimos sobre lo que nos sucede». Y el problema
radica en El origen de las emociones
Las personas solemos tener la
impresión de que los hechos externos —lo que nos sucede— impacta sobre nuestras
vidas produciendo emociones: rabia o satisfacción, alegría o tristeza… Existe,
una asociación directa entre suceso y emoción.
Pues bien, nuestro método de
transformación personal, nos dice que esto no es así. Entre los hechos externos
y los efectos emocionales existe una instancia intermedia: los pensamientos.
Si yo me deprimo ante la
separación de mi esposo, no es por el hecho en sí: es porque yo me estoy
diciendo a mí mismo algo así como: «¡Dios mío, estoy solo, es horrible, voy a
ser un desgraciado!», y estas ideas producen en mí la emoción miedo,
desesperación y depresión. Son las ideas, la interpretación del abandono, mi
diálogo interno, lo que me deprimen, no el hecho de que me separe de mi esposo
Lo que podemos afirmar es:
1. Las emociones sólo son posibles a partir
de pensamientos (positivos o negativos)
2. La clave para el cambio está en aprender
a pensar de una forma más eficaz.
3. La principal distorsión consiste en
tomarse las cosas negativamente y anticipar desgracias.
4. Las creencias irracionales son falsas,
inútiles y nos hacen sufrir.
Pero no más, ¡Basta de
dramatizar!
Cuando dices que determinado
evento es «terrible» queremos decir que:
1. No puedo ser feliz.
2. No debería haber sucedido.
3. No lo puedo soportar.
En el otro extremo, cuando
decimos que algo es «genial» significa que: «Seguro que voy a ser feliz, ¡para
siempre!»
Evaluamos todo lo que nos
sucede. Tanto es así que cuando nos tomamos una taza de café en un rincón de
nuestro cerebro nos estamos preguntan: «¿Está bueno?», «Me despierta?»,
«¿Disfruto de este descanso?», «¿Repetiré la experiencia?»…
Si pensamos que ser de baja
estatura es un poco malo, la emoción será de disgusto moderado
Si pensamos que es terrible,
la emoción será de ansiedad y depresión
Pero si pensamos que es bueno
la emoción será de paz y tranquilidad
Cuando nos habituamos a
evaluar de una forma más exacta, realista y positiva, nuestras emociones se
vuelven mucho más serenas,
Recuerde que
1. Si nos detenemos a pensar sobre la
realidad, nos damos cuenta de que, exageramos la relevancia de las
adversidades.
2. La exageración tiene consecuencias
emocionales nocivas.
3. Aprender a evaluar lo que nos sucede con
realismo y objetividad nos hace más fuertes y tranquilos.
4. Uno de los mejores criterios para saber
si algo es «un poco malo» o «muy malo» es preguntarse: «¿En qué medida eso me
impide hacer cosas valiosas en mi vida?».
Desde niños, hemos cimentado
en nuestro interior, creencias irracionales que hacen que afloren en nosotros
emociones exageradas, especialmente la emoción del miedo. Pero tenemos que
aprender que estas amenazas sólo existen en nuestra cabeza.
a) ¡Debo! hacerlo todo bien o
muy bien.
b) La gente ¡me debería!
tratar siempre bien, con justicia y consideración.
c) Las cosas ¡me deben! ser
favorables
Estas son exigencias
infantiles, «debería» tajantes, inflexibles y poco realistas. Se parecen a las
rabietas de un niño «¡Lo quiero, lo quiero, lo quiero!».
Las creencias racionales nos
permiten crecer como personas, es diferente decir
a) Me gustaría hacerlo todo
bien, pero no lo necesito para disfrutar del día.
b) Sería genial que todo el
mundo me tratase bien, pero puedo pasar sin ello.
c) ¡Cómo me gustaría que las
cosas me fuesen favorables! Pero no siempre va a ser así y lo acepto. Aun así,
todavía puedo ser feliz
El consumismo de hoy nos ha
llevado a no identificar la línea imaginaria que distingue claramente entre
«deseo» y «necesidad». Los alimentos son una necesidad, pero es muy diferente
tener deseo de una hamburguesa, si padezco de colon irritable, entonces no debo
consumir hamburguesa y necesariamente debo consumir un alimento que no me
afecte
Y es que los deseos causan
placer. Las necesidades inventadas producen inseguridad, insatisfacción,
ansiedad y depresión.
Desafortunadamente, los seres
humanos nacemos con la tendencia a convertir los deseos en necesidades. Pero si
queremos madurar tenemos que evitar esa tendencia y mantener siempre a raya los
deseos, que están muy bien siempre y cuando sean sólo divertimentos en una vida
que ya es feliz de por sí. Si los deseos no se cumplen, no pasa nada; no los
necesitamos para sentirnos plenos, para disfrutar de nuestras otras
posibilidades.
Y pensemos siempre que necesitamos
muy poco para estar bien y cada necesidad inventada es una fuente de debilidad.
La idea es convertirnos en
personas más sanas y fuertes. Y no es tan difícil
Paso 1. Descubra las creencias
irracionales analice el malestar emocional diario y detecte qué creencias irracionales
lo provocan
Paso 2. Combata las creencias
irracionales utilizando argumentos
Utilice un argumento
comparativo: «¿Existen otras personas que son felices en la misma situación?» Piense
que cada una de las personas que comparten nuestra adversidad y están
anímicamente bien son la evidencia de que nuestro problema no es tan grave.
Utilice un
argumento de posibilidades: «Aun con esta adversidad, ¿podría llevar a cabo
objetivos interesantes por mí y por los demás?» Casi siempre tenemos a nuestro alcance multitud
de posibilidades para disfrutar de la vida; eso sí, si no perdemos el tiempo quejándonos
amargamente.
Utilice un argumento
existencial, este argumento es el definitivo para dejar de preocuparse por las
adversidades. Y, aunque a veces nos cueste aceptarlo, es real como la vida
misma.
Paso
3. Establezca la creencia racional
Por
último, en esta tercera fase establezca la creencia racional que sustituirá la
idea irracional. Su objetivo es creer en ella tan profundamente como pueda.
La creencia racional es una frase constructiva y
que produce sosiego. Esta creencia es antiterribilizadora. Es la creencia de
una persona madura y fuerte.
Un
ejemplo de una creencia racional es: «Me gustaría que mi matrimonio fuera para
toda la vida, pero si finalmente no se puede, aún podré llevar a cabo muchas cosas
valiosas por mí y por los demás, y aun así podré ser feliz.
La
clave está en perseverar Se trata de que cada día tengamos menos perturbaciones
emocionales, la transformación hay que apoyarla en argumentos; no en
simple pensamiento positivo.
Hay que tener Visualizaciones
racionales Una de las mejores formas de llevar a cabo el
ejercicio de reducción de necesidades es la visualización. Es así como podemos
decir con sinceridad y convencimiento
Me
gustaría tener seguridad económica, pero no la necesito para gozar de la vida.
Así
yo no sea delgada, puedo hacer muchas cosas valiosas y gratificantes por mí y
por los demás.
De algo si puedo estar segura
y es que uno puede encontrar objetivos valiosos que llevar a cabo, así uno
carezca de lo material, y digo lo material porque es a lo que más nos aferramos
para decir que no somos felices por falte de…son muchas las cosas que nos
pueden dar felicidad y paz, y experimenta una sensación inmediata de alivio y
bienestar emocional. ¡Verse feliz con poco es quitarse necesidades de encima,
es hacerse más ligero y más fuerte!
visualícese en algunas de las
siguientes circunstancias
1) Ayudando a los demás
2) Haciendo buenos amigos
3) Ahondando en la espiritualidad
4) Haciendo algo artístico
5) Cuidando de su mente y de su cuerpo
6) Estudiando/aprendiendo
7) Disfrutando del ocio
8) Disfrutando del amor, siempre
hay alguien que me quiera así no tenga dinero
Y si, realizamos
visualizaciones de este tipo, todos los días, cada vez con mayor profundidad, es
como iremos liberándonos de nuestra tendencia a dramatizar. A base de realizar
la reflexión, una y otra vez, llegará un día en que pensaremos de forma sana de
manera automática.
Muchas
gracias a todos y recuerden No nos curaremos completamente de la obsesión por
la necesidad, si no combatimos una idea irracional que se llama «el fetiche de la
comodidad». Actualmente, tenemos sobrevalorado el concepto de comodidad. Si le
damos demasiada importancia a la comodidad vamos a ser muy infelices.
1.
La comodidad no es tan importante, esto es, no da la felicidad.
2.
La comodidad viene y va. Es así, es inevitable.
3.
Un exceso de comodidad es incompatible con el disfrute activo de la vida.
Disfruten
la vida, sean felices
Los invito a ver el video en el canal de YouTube de Educaton Colombia
Mil gracias
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